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miércoles, 4 de junio de 2014

La Providencia (I): La condición de posibilidad

Hay un tema que desde hace mucho tiempo quisiera tratar en este blog: la providencia. Guardini tiene reflexiones muy interesantes al respecto y es una cuestión sobre la que se detiene con amplitud en varias obras. Hoy iniciamos una serie de entradas sobre ella. Cuando se habla de la providencia es fácil caer en malentendidos. Por ello, vayamos primeramente al Evangelio y lo que allí se dice, para examinar a su luz, y ayudados de la mano experta de Guardini cuál es la doctrina cristiana sobre la providencia. En el Evangelio de Mateo leemos:
25. «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26. Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?27. Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?28. Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. 29. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. 30. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? 31. No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? 32. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. 33. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. (Mateo 6, 25-33).
 Guardini en varios de sus libros, entre los que destaco Introducción a la vida de oración Palabra, Madrid, 2001, 155-175) y Mundo y persona (Encuentro, Madrid, 2000, 145-166) aborda el tema de la providencia y comenta precisamente este texto. Lo primero que deja claro es que lo contenido en este pasaje no es una fábula, no es un mito, no es algo que debe interpretarse fuera de su literalidad. Escribe Guardini: "Más bien nos tramite algo inaudito: que el Dios vivo se preocupa personalmente de cada uno de los hombres y está dispuesto a cuidar de ellos" (Introducción a la vida de oración, 156).  Ahora bien, hay que subrayar que este cuidado y atención del Señor para con cada uno de nosotros procurándonos las cosas necesarias para vivir aquí y alcanzar la vida eterna, acontece en la medida que se cumple una sola condición: "Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura".  Ese buscar primero su Reino y su justicia es de lo que carecemos. Es algo que se da por descontando y sin embargo exige del hombre una profunda conversión. Anteponer el Reino sobre cualquier otra cosa no es algo que solamos hacer.  Escribe Guardini: 
"Esta frase nos indica cómo entiende el Señor la unión del creyente con Dios: que el hombre busque primeramente  -es decir, ante todo y sobre todo- el Reino de Dios y su justicia, de modo que la solicitud por tal Reino se convierta en el centro y la fuente de energía de su vida. Esto es algo grande y muy difícil, y exige del hombre que realice la conversión del corazón que pidió el Señor al comienzo de su vida apostólica (Mt 4, 17)." (Introducción a la vida de oración,156) 
 Esta condición de la que hablamos es la que muchos cristianos damos por descontado. Sin embargo, no es real en nuestra vida. Dios no es, ante todo y sobre todo lo primero. Basta preguntarse si lo primero que hago por la mañana es agradecer a Dios mi existencia, si rezo aunque sea después del aseo y desayuno, o si le dedico algún minuto al trato con Dios a lo largo o al final de la jornada.

Guardini dice, que el hombre que asume y vive de modo sincero esta sentencia en su vida, genera un entorno vital, es decir, un ámbito de vida a su alrededor donde Dios puede actuar y por lo tanto ordenar las cosas al bien de la persona y su salvación. La disposición de nuestro corazón, aunque no lo percibamos, determina el curso de nuestra historia. En Mundo y persona podemos leer: "Lo que se dice es, más bien: Convierte en centro de tu vida el deseo de Dios, el cuidado por su reino, y el mundo cambiará en torno tuyo; los órdenes de la existencia se pondrán a tu servicio, los acontecimiento tendrán lugar y las cosas irán a tu encuentro en la forma mejor para ti." (Mundo y persona, 157). 

Todo esto cobra todavía más claridad y luz, cuando examinamos los versículos que preceden al pasaje evangélico que hemos citado: "Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará a otro. No podéis servir a Dios y al dinero". (Mateo 6, 26-24). A todo esto Guardini añade "De lo que aquí se habla es, pues, de cualquier cosa menos de fábula o entrega piadosa.  Es más bien una dura decisión,a saber, una decisión por el señor verdadero contra el falso, y una decisión eficaz, de tal especie, que de ella surge todo un nuevo cuidado por la vida y un orden de valores de estructura distinta al natural." (Mundo y persona, 157).

Tan sólo aquí,  hemos tratado de la condición de posibilidad de la providencia, es decir, de la decisión por Dios ante todo y sobre todo, a partir de la cual nosotros y nuestra existencia se pone al servicio de la llegada del Reino y la recreación de todo lo existente. Pero la Providencia entraña más aspectos, según Guardini,  que me gustaría seguir comentando en próximas semanas. Cierro, pues, esta entrada con este compromiso.