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lunes, 26 de mayo de 2014

Leer El Señor de Romano Guardini

Una conocida de mi mujer, profesora universitaria en el ámbito del Derecho y con numerosas publicaciones científicas a sus espaldas, me pedía la semana pasada si podría darle algún consejo dado que estaba por iniciar la lectura del libro de El Señor (Cristiandad, Madrid, 2002) de Romano Guardini. Es una obra especialmente querida para mí porque en ella he encontrado cierta novedad en el comentario  de muchos pasajes del Evangelio, así como ideas o puntos de vista que no he hallado en otros autores.

El Señor  nació de la actividad pastoral y sobre todo homilética de Guardini en la década de los años veinte y treinta. El volumen fue publicado en 1937.  Entre 1923 y 1939 Guardini enseñó en la Universidad de Berlín, en la cátedra de Filosofía de la Religión y Cosmovisión Católica. Entre 1920 y 1922 residió en Bonn donde preparó y defendió su habilitación en Teología sobre San Buenaventura. En 1920 tuvo su primer encuentro con el grupo juvenil católico Quickborn que jugaría un papel muy importante en su vida durante más de 20 años. En este contexto de actividad universitaria y pastoral nació el libro de El Señor.
Hay que advertir que el volumen no contiene estudios exegéticos de pasajes evangélicos ni tampoco se trata de investigaciones sobre la figura de Jesús que confirmen o desmientan diversas hipótesis teológicas. El volumen contiene meditaciones sobre la vida y la persona de Jesús. Por ello, no hay que simplemente leerlo sino meditarlo. De ahí  mi consejo: no leer más allá de un capítulo al día. Es un libro fabuloso sobre el que hacer la meditación diaria y de ayuda para vivir los diversos tiempos litúrgicos.
Aquí ya he comentado, y no hace mucho, una tesis sorprendente que propone el libro. Pero, animando a la memoria y al corazón en busca de pasajes o capítulos que hayan dejado huella volvería a la meditación sobre Las bienaventuranzas, a la titulada La semilla y la tierra, a la que le sigue que lleva el nombre de La filantropia de nuestro Dios.  Una meditación preciosa es La humildad de Dios. Allí se lee lo siguiente
"Humilde, lo que se dice humilde, era Francisco cuando se inclinaba reverentemente ante los pobres. No porque se rebajara hasta el nivel del desvalido para prestale ayuda, o porque su fina sensibilidad lo llevar a reconocer en él a un ser humano, sino porque su espíritu, abierto a la iluminación de Dios, lo impulsaba internamente a inclinarse ante la desgracia del pobre como ante un misterio majestuoso" (El Señor, 399). 
Tengo subrayadas en mi volumen la meditación Poseer cristianamente y ser pobre, y la que la precede Matrimonio cristiano y virginidad. Espero que cuanto acabo de decir no rompa el ritmo de las lectoras que solicitaron mi humilde consejo. Digo lectoras porque mi mujer se ha animado junto a su amiga a leer (meditar) el libro. Con un pasaje sobre el matrimonio cristiano dedicado a Patricia, mi mujer, que acaba de se madre por quinta vez, y a su amiga Marta que ya hace tiempo es madre también de cinco niños, termino esta entrada:
"El matrimonio cristiano sólo es posible si 'Él está en medio de ellos' (Mt 18, 20), es decir, 'entre los dos ' conyuges. Él mismo; su presencia viva; su capacidad de sufrir, soportar, amar, superar, perdonar  'no hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete' (Mt18,22) . Ésa es la fuerza ....." (El Señor, 344).

martes, 20 de mayo de 2014

Romano Guardini y la bioética

Hace ya dos años, con motivo de la celebración de un congreso sobre Bioética en la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, escribimos sobre la posible relación entre el pensamiento de Romano Guardini y la bioética. Para aquel congreso preparé una comunicación sobre la que seguí trabajando durante algunos meses y envié a una revista para su posible publicación. Esta semana ha sido publicada por Cuardenos de bióetica, revista de referencia internacional en el ámbito de la bioética. El título del artículo es Bioética personalista en el pensamiento de Romano Guardini. El artículo es accesible en formato digital y aquí está el enlace. Aprovecho la ocasión para hacer un resumen del contenido. 

Desde dos puntos de vista el pensamiento de Romano Guardini puede servirnos como un fundamento para una posible bioética de carácter personalista. En primer lugar a partir de la crítica que hace a la Edad Moderna. Precisamente en ella se ponen los fundamentos que luego derivarán en los problemas y las cuestiones bioéticas que hoy debemos afrontar. En este sentido es muy válida la crítica que Guardini hace al poder y a la falta de una ética que no lo norme. Es conocido ya en este blog el siguiente texto: “El hombre de la Edad Moderna no está preparado para  el enorme incremento de su poder. Todavía no existe una ética del uso del poder bien elaborada y dotada de eficacia; menos aún una educación orientada a lo mismo, ni en las minorías ni en las masas” (El ocaso de la Edad Moderna  en Obras. Vol.1, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1981, 100-101). La bioética es un intento de normar éticamente el incremento de poder la ciencia y la técnica han ofrecido al hombre en orden a generar una cultura plenamente humana y resolver los conflictos éticos que este incremento de poder puede generar.
 
En segundo lugar Guardini puede ofrecer argumentos para una fundamentación de una bioética personalista a partir de sus obras antropológicas, conferencias y ensayos. En el artículo que estoy comentando me detengo en una conferencia titulada "El derecho a la vida humana en gestación" que está publicada en el volumen Preocupación por el hombre, Cristiandad Madrid 1965, 161-194. Hay una nueva reedición de esta conferencia en el libro de Guardini Escritos Políticos, Palabra, Madrid, 2010. En ella queda muy clara la posición de Guardini en relación al aborto y vale la pena leerlo por lo que puede aportar al debate actual. De esa conferencia extraigo una cita con la que termino esta entrada:
"Hay algo en el ser humano que no puede tocarse, según su esencia: la supremacía de la persona viva. Puede haber importantes motivos que hablen a favor de que se haga así, incluso pueden resultar tan apremiantes que quien se oponga a ellos parece un doctrinario sin corazón. Y sin embargo: si se cede aquí, el final es la destrucción precisamente de aquello que debía salvarse." ("El derecho a la vida humana en gestación" en Preocupación por el hombre, 192).