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lunes, 31 de marzo de 2014

El Señor. Nuevas perspectivas

En las meditaciones sobre la vida y la persona de Jesús que están recogidas en el libro El Señor (Cristiandad, Madrid, 2002), hay una idea que siempre me ha llamado la atención.  No la he visto recogida en otros autores cristianos aunque supongo que alguien más hablará de ello. Se trata del hecho de dar por sentado que en la vida de Jesús de Nazareth, sobre todo, el rechazo a su mensaje y el desenlace trágico de su muerte, tuvieron necesariamente que ocurrir así. Concretamente Guardini dice: 
"Estamos acostumbrados considerar la vida de Jesús como perfectamente determinada. Pensamos que por el hecho de haber sido de ese modo, tuvo que ser necesariamente así. Lo vemos todo desde el desenlace, y lo configuramos desde esa perspectiva. El hecho de la redención nos parece único y tan absoluto, que olvidamos lo tremendo que fue el modo en que se llevó a cabo, y que ni ante Dios ni ante los hombres tenía que haber sido así. Hemos perdido por completo la sensibilidad que tenía la Edad Media con su horror al deicidio. Tenemos que sacudirnos el polvo de la costumbre y dejarnos imbuir de lo terrible que debió ser aquello. ¡Qué corazones tan endurecidos! ¡Qué aceptación tan miserable!" (El Señor, 141-142).
Nos parece normal que el Señor viniera a los suyos y los suyos no le recibieran. Pero Israel pudo haber acogido el mensaje del Señor. De esa posibilidad también hablan los profetas. Guardini en el libro que hoy estamos comentando refiere a Isaías, concretamente al pasaje de Is 11, 6-9 (Habitará el lobo con el cordero, etc.) y los versículos que le preceden. No sabemos lo que podría haber ocurrido si el mensaje del Señor hubiese sido acogido y el Reino se hubiera establecido. La Redención se hubiese dado pero quizás no en la forma como se dio. Guardini subraya que en los inicios de la predicación de Jesús nada estaba determinado. Al comienzo todo es promesa y esperanza en el mensaje y en la persona de Jesús. Los primeros capítulos de los Evangelios no determinan ni predicen el desenlace final de la cruz. La llegada del Reino puede darse si el hombre, el pueblo, las autoridades, etc., acogen su mensaje de salvación. En las palabras y hechos de Jesús esto se trasluce. Escribe Guardini "¡Quién hubiera podido ver al Señor en aquel tiempo de plenitud recién estrenada! ¡Qué debió de ocurrir cuando Jesús ofreció a los hombres ese acervo de santidad! ¡Cómo debió de tocar su corazón..., cómo tuvo que susurrarles al oído..., cómo debió atraerlos y arrastrarlos tras de sí!" (El Señor, 77)

Pero progresivamente Jesús de Nazareth va constatando la incomprensión, el rechazo y el endurecimiento del corazón de quienes le escuchan e incluso de lo más cercanos. Hasta que decide subir a Jerusalén, muy consciente de lo que allí debería suceder. Pero, recordemos, la historia podría haber sido otra.  La estructura del volumen El Señor sobre el que hoy nos estamos deteniendo viene determinada por esta idea.  Una primera parte sobre el misterio de la encarnación e infancia del Señor. La segunda parte sobre el inicio de la predicación, cuando todo era aún promesa. La tercera parte titulada LA DECISIÓN, donde el pueblo que debería acoger el mensaje del Reino lo rechaza. La cuarta lleva el nombre de CAMINO DE JERUSALÉN. Aquí la suerte está ya echada.  Véase el inicio de la cuarta parte donde se hace un repaso del camino seguido hasta el momento y donde nuestro autor deja muy clara está idea (Cfr. El Señor, 273). O mejor aún, el capítulo titulado VOLUNTAD Y DECISIÓN (Cfr. El Señor, 260 y siguientes).

El Cristo de Velázquez
De todo lo expuesto podemos deducir algunas ideas que nos pueden ayudar en la comprensión y vivencia del cristianismo. El rechazo del Reino ha hecho que su presencia en el mundo siga siendo una promesa, una esperanza que nunca llega a realizarse plenamente. El Reino, según palabras de Guardini "Quedó por así decir, como en suspenso, y siempre estará por llegar. Tiende continuamente hacia su llegada. Y a veces, llega; quizá en un persona individual, o bien en una pequeña comunidad, o incluso con mayor amplitud. Pero sólo por poco tiempo. Y una vez más, se esfuma" (El Señor,76).

Pero sobre todo debemos meditar en qué medida hemos acogido cada uno de nosotros el mensaje del Evangelio. En nuestra persona también están abiertas ambas posibilidades.  Como escribe Guardini, "A partir de ahora, la posibilidad  de que llegue y el grado de penetración que se le consiente dependerán de las decisiones de cada individuo, de cada pequeña comunidad y de cada época de la historia" (El Señor, 264).  Debemos, pues, estar atentos, pues conociendo nuestro pecado, nuestra debilidad, la naturaleza misma del hombre y su historia "Tenemos, pues, motivos sobrados para temer que pueda repetirse entre nosotros lo que sucedió entonces, el segundo pecado original, o sea, que nos cerremos ante Dios" (El Señor,143).

lunes, 24 de marzo de 2014

La desaparición del sentido religioso

Rito de la imposición de la ceniza
Hace pocos días me comentaba el capellán de un colegio católico que varios niños habían expresado sus reticencias, o mejor dicho, las reticencias de sus padres, a participar en el rito de la imposición de la ceniza con el que la Iglesia Católica comienza el periodo de Cuaresma. "Me ha dicho mi madre", decía uno de ellos, "que hasta que no sepa que tiene ese polvo no me lo pongas en la cabeza." Otro afirmaba, "a mí no me pongas esa ceniza, porque mi madre me ha dicho que tengo la cabeza limpia y no quiere que me la ensucies". Más allá de lo anecdótico que tienen estos hechos revelan una característica muy propia de la configuración cultural de nuestras sociedades a partir de la Modernidad. Me refiero a la pérdida del sentido religioso y a una visión del mundo, de la cultura y del hombre meramente profana y horizontal.


Obras Vol. 1. Edic. Cristiandad
Romano Guardini en su ensayo El poder: una interpretación teológica (en Obras Vol. 1, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1981, 170-260) comenta la pérdida del sentido religioso que progresivamente ha invadido nuestras sociedades.  Para el hombre medieval y sobre todo para el hombre antiguo todo tenía connotaciones religiosa: "Los patrones con que se mide y el dinero con que se paga; los útiles y las armas; el umbral de la casa y los límites del sembrado; la situación de la ciudad y su configuración, que le viene de estar la plaza en el centro y los muros alrededor; (…)” (El poder: una interpretación teológica, 211-212). Esto nos hace ver que no había realidad humana en la antigüedad y en el medievo que de algún modo y de manera natural no remitiera a la divinidad. Hemos de hacer notar aquí que cuando Guardini subraya la pérdida del sentido religioso no se refiere a la desaparición del cristianismo en las sociedades occidentales. Concretamente dice: “Con esto no nos referimos a que la fe cristiana pierda influencia sobre las condiciones generales –cosa que desde luego también ocurre-, sino a algo más elemental: a que el valor religioso inmediato de la existencia va disminuyendo” (El poder: una interpretación teológica, 212).

Donde se hace palpable esta secularización y donde podemos constatar sus consecuencias es en el ámbito de la vida humana. El nacimiento, la muerte, el matrimonio, el trabajo, etc. En todas estas provincias de lo humano lo religioso y trascendente está despareciendo rápidamente.  Así pues, hoy "(...) el nacimiento no es más que la aparición de un individuo de la especie humana; el matrimonio, una vida en común de hombre y mujer, con determinadas consecuencias personales y jurídicas; la muerte, el final de un proceso total llamado vida" (El poder: una interpretación teológica, 213). Al desaparecer lo religioso ha desaparecido cierto respeto que protegía  todas estas realidades abriendo la puerta a su posible manipulación por parte del poder político, económico, científico, etc.. Muchos de los debates éticos y bioéticos de hoy en día tienen parte de su raíz en cuanto venimos comentando. En un escrito de Romano Guardini que acaba de volver a reeditarse por Descleé de Brouwer, concretamente, El principio de las cosas. Meditaciones sobre los tres primeros capítulos del Génesis encontramos el sigueinte texto que ejemplifica como el sentido religioso del descanso protegía al hombre del abuso del trabajo: "Resulta muy sintomático que la época misma que ya no reconoce a Dios como señor de la existencia, sino que quiere ser autónoma, esclavice al hombre en el trabajo de un modo sin precedentes. El séptimo día ha de dar al hombre la libertad d ela existencia sin trabajo, para que llegue ahí a la plena conciencia de su nobleza." (El principio de las cosas en Meditaciones teológicas, Cristiandad, Madrid, 1965, 37). El sentido religioso del trabajo y del descanso protegían al hombre de una posible explotación y manipulación laboral.

Hace meses participé en la presentación del libro El hombre y sus alrededores (Cristiandad, Madrid, 2013), del profesor y compañero Higinio Marín. Entre los temas que se abordan en el volumen se encuentran el matrimonio, la familia, la autoridad o la universidad. En cada uno de ellos el autor termina sus reflexiones desvelándonos de nuevo el sentido religioso que estas realidades entrañan. Con ello hace justicia, porque no trata de reintroducir a Dios artificialmente en medio de un mundo ateo o indiferente, sino de hacerlo brotar de manera espontánea y natural de la esencia misma de las cosas. Se agradece esta labor, nunca mejor dicho, tan justa y necesaria.  


viernes, 21 de marzo de 2014

El comienzo de todas las cosas

El comienzo de todas las cosas. Meditaciones sobre Génesis, capítulos 1-3 es el título de una nueva publicación de Romano Guardini en ediciones Desclée De Brouewer. Con este volumen la citada editorial ha reeditado ya en castellano cuatro obras que desde los años sesenta no se habían vuelto a publicar en castellano, por lo menos, en territorio español. Se puede consultar los datos de esta edición en la web de la editorial. El año pasado Desclée De Brouewer nos sorprendió con La conversión de Aurelio Agustín. A esta obra precedieron dos breves opúsculos: El Rosario de Nuestra Señora y El Viacrucis de nuestro Señor y Salvador.

Conocía esta obra en una edición de Cristiandad de 1965. He decir que siempre  me ha gustado y he citado el texto en algunas publicaciones científicas. Además de poder experimentar como se adentra Guardini en el sentido profundo del texto sagrado, estas meditaciones son valiosas para ver, una vez más, la importancia del concepto de creación en la obra de Guardini. Aunque tienen un carácter exegético y teológico, no se deja de confrontar una y otra vez las ideas del  Génesis con la propuesta de la Modernidad y las consecuencias que ello conlleva.

La verdad es que no quería hacer ni un resumen ni un comentario de la obra. Tan sólo expresar mi alegría y dar noticia de la aparición de esta nueva edición de una obra de Guardini. Termino con un texto, extraído de mi edición de 1965 y que quizás abra el apetito a quienes todavía no conozcan la obra: 
 "Si queremos acercarnos a la verdad de que Dios ha creado, debemos hacerlo pensando: Dios me ha creado; ha creado el mundo, y a mí en el mundo. Debo ponerme ante la irradiación de la voluntad divina; debo adentrarme por ella, hasta aquello último e íntimo: que Dios tiene intención sobre mí. Y hacerlo con todo silencio; una vez y otra, hasta que Dios quizá conceda un día darme cuenta de la dichosa verdad de que yo existo por su voluntad. Quizá me conceda incluso sentir su mirada, que descansa sobre mí, y alegrarme con la certidumbre de que vivo de esa mirada."  (El principio de las cosas en Meditaciones teológicas, Cristiandad Madrid, 1965, 26).

lunes, 10 de marzo de 2014

Libertad de información

En muchas ocasiones hemos acudido en este blog al ensayo Libertad, que se encuentra en el libro Preocupación por el hombre, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965. Es muy valioso lo que allí se dice sobre la relación entre la verdad y la libertad y cómo esto se aplica y desarrolla en diversos ámbitos de la vida humana como puede ser el profesional o el familiar. De todo ello hemos tratado en este blog. Sin embargo, nunca he hablado aquí de lo que comenta Guardini en este escrito acerca de la libertad de información.

Mi interés por este tema nace de dos preocupaciones. Por un lado, entiendo que una de las condiciones de posibilidad de una democracia moderna es el derecho a la información, y por lo tanto la necesidad de comunicar aquello que tiene objetivamente interés general para la ciudadanía. La libertad de hacerlo por parte de los medios de comunicación y el derecho a exigirlo por parte del ciudadano es, como decía, la condición de realización de una democracia moderna, pues posibilita el conocimiento, la consiguiente reflexión y finalmente la libertad de voto.  Pero por otro lado, detecto una interés cada vez más acentuado,  ya sea en los medios de comunicación como en el ciudadano medio, por informaciones que carecen de relevancia para el interés general y el bien común de una sociedad, centradas en la esfera privada y personal de personajes públicos o no. Esto es llevado al extremo por quienes eliminando el pudor natural que protege la vida privada la exponen sin tapujos haciendo de ello un negocio. Ese afán de mostrar la privacidad, que creo que se ha incrementado con el uso de la redes sociales, no me parece humano ni que nos haga crecer como personas. Sobre el afán sensacionalista de algunos medios Guardini tiene reflexiones muy interesantes en el ensayo que venimos refiriendo. Por ejemplo : 
"Se va teniendo la sensación de que el dominio público, tiene derecho a enterarse de todo, y por eso puede meterse en todos los terrenos, aún en los más sensibles, hasta ahora defendidos por el respeto, el tacto y el pudor. Más aún, de la pretensión de información proviene una pretensión, cada vez más descarada, de sensacionalismo: cuanto más privado es el hecho, más apremiante el deseo de enterarse de él" (Libertad, en Preocupación por el hombre, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1965, 140).
Este comportamiento no es inocuo. Ese derecho a la información del ciudadano y la libertad para ofrecerla por los medios descansan en la dignidad de la persona humana. Y es precisamente lo que vulneran estas prácticas. En un estado totalitario la esfera personal y privada se intenta eliminar, sin embargo, en una democracia es uno de los deberes a salvaguardar. Mientras el estado totalitario quiere controlar el pensamiento de sus ciudadanos, la democracia fomenta la libertad de pensamiento que se cultiva en lo privado y personal aunque pueda luego tener su expresión y acción en la esfera pública. Se hace necesaria hoy más que nunca una preocupación por proteger la intimidad de las personas. Se hace necesaria una ética de la comunicación: "Las nuevas posibilidades de información no han encontrado todavía en absoluto su ética, sino que corren locamente y perjudican al organismo de la sociedad democrática. Deben dar lugar a un sensibilidad sobre cuándo una información no sólo es correcta, sino sensata y decente" (Libertad, en Preocupación por el hombre, 141).

Termino refiriendo un pequeño escrito (Comunicación y poder: una aproximación filosófica)  que publiqué en el número 1 de la revista Comunicación y hombre, donde abordo esta cuestión desde diversas perspectivas y donde también se encuentran algunas ideas tomadas del protagonista de este blog: Romano Guardini. En aquel escrito distinguía entre noticias de un interés objetivo, pues afectan al bien común y al interés general de la comunidad, de las noticias de un interés subjetivo, es decir, que no siendo relevantes para el bien común despiertan un interés subjetivo, quizás basado en una curiosidad malsana latente en todo humano. Tenemos derecho a lo primero pero no a lo segundo. Tenemos la obligación de estar informados de lo primero para participar responsablemente en el bien común de nuestra sociedad y tenemos también la obligación de obviar lo segundo para respetar la dignidad de muchos miembros de esa misma sociedad. Dicho esto que cada uno haga su análisis de la situación actual.