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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cuidar el corazón

El Señor (Ediciones Cristiandad, Madrid, 2002) inaugura su segunda parte con una meditación titulada La plenitud de la justicia. Allí, Guardini intenta comentar esas palabras de Nuestro Señor que comienzan "Os han enseñado que se mandó a los antiguos (...) Pero yo os digo (....) ". Realmente interesante es comprobar que Jesús en este contraste  no acaba con la ley ni se opone a los antiguos, sino que profundiza en el espíritu de la norma conduciéndola a su plenitud. En este contexto Guardini subraya la importancia de la interioridad, pues donde el hombre debe poner su atención no es tanto en la acción misma (robar, matar, etc.) sino en su origen, es decir,  allí donde se concibe, se gesta y nace la acción: el corazón. Ser cristiano, por ello, no consiste en vivir una ética, es decir, en el cumplimiento de normas. Ser cristiano es una llamada a participar de una nueva vida que transforma el corazón, cuyo germen ha puesto Dios en nuestra alma mediante el Bautismo y que está llamada a crecer y desarrollarse con su ayuda y gracia. 

Desde esta perspectiva, y siempre comentando las palabras del Señor, Guardini nos hace ver la pobreza de la máxima "ojo por ojo, diente por diente". Frente a la justicia legal Jesús propone el amor. Escribe Guardini: "Cristo dice: Eso no basta. Mientras te atengas sólo a una justa correspondencia, no saldrás de la injusticia. (...) Tan pronto como uno comienza a defenderse de la injusticia, despierta el odio en el propio corazón, y el resultado es una nueva injusticia" (El Señor, 118). Hay una fuerza que rompe con esta dialéctica, que dejando atrás la norma y la ley escrita conduce al hombre a un nuevo orden. Se trata del auténtico amor que libera al hombre. Si al odio se responde con odio y al amor con amor, todavía no somos libres. Sin embargo, si al odio respondemos con amor hemos conquistado la verdadera libertad. "Sólo entonces -escribe Guardini- se despierta el verdadero amor. Éste ya no depende de la actitud del otro; por eso es libre para la pura realización de su esencia. Está más allá de las tensiones de la justicia. Es capaz de amor incluso cuando el otro le da, aparentemente, derecho a odiar" (El Señor, 119). Es entonces cuando se da algo paradógico, pues en este amor y en el corazón de donde surge tiene su inicio la plenitud de la justicia: "El verdadero amor enseña a entender quien es el otro en lo más íntimo de su persona, en qué consiste su injusticia, hasta qué punto ésta quizá no es injusticia, en su sentido más profundo, sino herencia, fatalidad, miseria humana" (El Señor, 120). Desde el amor alcanzamos la verdadera justicia para con el otro.

Guardini también se detiene en la insuficiencia de la norma "No cometerás adulterio". Jesús nos dice que todo el que mira a una mujer deseándola ya ha cometido con ella adulterio. A Guardini todo ello le sirve para  subrayar la importancia  del corazón: "La acción tiene sus preparativos; y es que, en último término, procede de la intención del corazón y se trasmite por la palabra, por el gesto, y por la actitud" (El Señor, 121). No hay que poner la voluntad en no traspasar la norma o en evitar una acción. Se trata más bien de ir al origen de esa acción, el corazón, y trabajar para que de él surja lo bueno, lo bello y lo verdadero. "No cabe duda que la actitud del corazón es, en sí misma, mucho más importante que lo que hace la mano, aún cuando aparentemente eso tenga más repercusión. (...) El primer consentimiento o rechazo, el primer sí o no a la pasión, es lo decisivo. Ahí es donde tienes que intervenir" (El Señor, 121).

En resumen, la norma ordena exteriormente al hombre, el amor lo transforma interiormente. El evangelio no es un libro del que emanen leyes sino el anuncio de una nueva vida que nos trae Cristo. El cristianismo no se reduce a máximas sino que supone una conversión existencial por la gracia de Dios. La clave está no tanto en obedecer leyes sino en entregar el corazón a DIOS

jueves, 27 de noviembre de 2014

Cada vida importa

Dedicado a mi mujer Patricia y a la Asociación REDMADRE Valencia. 


El pasado 22 de noviembre se celebró en Madrid una manifiestación organizada por el Foro de la familia con el lema "Cada vida importa". Doy cuenta en este blog de este evento no tanto para recodar lo escrito por Guardini en defensa del nasciturus (El derecho a la vida humana en gestación" en Preocupación por el hombre, Madrid, 1965, 171-194). Más bien quisiera comentar el acontecimiento de la manifestación a la luz de una idea que aparece en otro ensayo del que ya hemos hablado muchas veces aquí y que lleva por título Libertad. Discurso conmemorativo (Preocupación por el hombre, Madrid, 1965, 127-142). Allí podemos leer:
"Se habla mucho de la amenaza totalitaria, pero ningún proceso ocurre partiendo solo de un lado. La coerción totalitaria sobre el matrimonio sólo se hace posible cuando el portador vivo de la libertad, el hombre responsable, ha perdido hace mucho el deseo de comunidad de fidelidad, de vinculación familiar, de configuración viva de la casa" (Libertad en Preocupación por el hombre, 133). 

Guardini habla en este ensayo de la libertad y sus aplicaciones en el ámbito del matrimonio (casarse con quien uno desea), profesión (elegir el propio trabajo), académica (la búsqueda libre de la verdad en la universidad), etc. Libertades que fueron suprimidas en parte durante el periodo nazi. En este contexto debemos situar la cita anterior y preguntarnos ¿Qué nos enseña este texto? 

Nos enseña algo tan importante como que el Estado invade nuestros derechos, los anula y los desprecia en la medida que el portador de los mismos no vive ya el valor o los valores que sostienen tales derechos  y por lo tanto no encuentra en sí mismo la fuerza y los recursos para defenderlos.  Los totalitarismos se imponen al individuo en la medida en que éste cede y no defiende por debilidad lo que en justicia y por derecho natural le corresponde. No es un proceso que se da de un lado, por el contrario, están implicados dos, el Estado que impone y el individuo o la sociedad que cede.

Defender la vida humana implica, pues, vivir los valores que hacen que la vida humana sea acogida, protegida, promovida y defendida desde la concepción hasta su final natural. Sólo así seremos fuertes para en un segundo momento manifestar y defender en público el derecho a la vida ante quienes nos gobiernan.

De este modo uno se hace auténticamente responsable de sus derechos porque asume con su vida las obligaciones que éstos también comportan. Ejemplo de todo ello son los miembros y voluntarios de las asociaciones como REDMADRE, PROVIDA, etc., comprometidos e implicados en la ayuda a embarazadas y madres en dificultad. No solo defienden un derecho, además asumen vitalmente las obligaciones y responsabilidades que este derecho conlleva. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

La Iglesia VI: la comunidad perfecta

¡Bendito sea Dios!
Alguien sospechará que de nuevo las obligaciones académicas y también las familiares han provocado que las entradas de este blog no sean lo regulares que habían sido hasta ahora. Pues está en lo cierto. Pero debo decir que lo escrito lejos de ser un lamento es una exclamación de júbilo y alegría.  Porque para los tiempos que corren ¿no son familia y trabajo una bendición de Dios? Así que, entonando un Bendito sea Dios retomamos el discurso donde lo dejamos. 

Castillo de Rothenfels. Cortesía de  www.all-free-photos.com.
El último capítulo de El sentido de la Iglesia (San Pablo, Buenos Aires, 2010) se titula Comunidad. Allí, se pregunta Guardini si es posible la comunidad perfecta. La cuestión surge porque en toda comunidad siempre existe el peligro de herir la libertad y la individualidad de sus miembros en favor de la unidad comunitaria, o al revés, en caer en la disgregación por favorecer los derechos y la dignidad de sus miembros. Guardini se pregunta, a la luz de una experiencia surgida en sus años con el movimiento juvenil Quickborn (algún día habrá que hablar de él aquí) en el castillo Rothenfels: "¿cómo puede darse la comunidad perfecta, un dar y un recibir, pero que a su vez permita que la persona pueda permanecer libre y fortalecida en sí misma?" (El sentido de la Iglesia, 80). Nuestro autor señala que desde un punto de vista natural, desde las posibilidades plenamente humanas esto es imposible. Pero a su vez señala lo siguiente: "Pero la Iglesia se destaca, ante nosotros, como el gran poder que posibilita la comunidad perfecta" (El sentido de la Iglesia, 80). A partir de este momento desarrolla una serie de argumentos, de los cuales voy seleccionar unos pocos a partir de algunas citas del texto. 

En primer lugar, en la Iglesia los fundamentos que sostienen a la comunidad y que la cohesionan son compartidos por todos sus miembros: Dios, Cristo, la gracia y el Espíritu Santo. Sus miembros actúan apoyados en Ellos. Así escribe: "Uno puede ayudar al otro, porque los fundamentos más profundos de la confianza, ya no necesitan ser demostrados, pues para ambos son algo dado por supuesto. El consuelo real es posible porque lo que consuela es reconocido. (...) Hay una comunidad de esfuerzos y combates, porque los fines últimos son los mismos. Existe la comunidad unida por el júbilo y el festejo, porque el fundamento de la alegría no necesita ser buscado con mucho esfuerzo, ya que está vivo en todos. Por eso, la alegría puede ser causa y contenido de la comunidad" (El sentido de la Iglesia, 81).

La unidad queda todavía más consolidada a través de la Eucaristía y la comunión. "En ésta el hombre se hace una sola cosa con Dios, quien, a su vez, está vuelto, personal y totalmente hacia él y se entrega a él. Este mismo Dios está unido no solamente a ese hombre, sino también a los demás. Cada individuo acoge a Dios en su propia persona, pero lo recibe también para los demás: para su cónyuge, hijos, padres, hermanos, amigos; es decir, para todos los que están unidos a él por el amor" (El sentido de la Iglesia, 82). En este contexto recuerda Guardini la dimensión comunitaria de la celebración eucarística, muy viva y presente en las primeras comunidades cristianas. Oficiaba el obispo con varios presbíteros, el pueblo llevaba los dones con los que luego se celebraba el sacramento simbolizando la participación y ofrenda de sí mismos con Cristo en el altar. "Todos participaban en el banquete sagrado, después que habían desterrado de sus corazones, con el saludo de la paz, lo que perturbaba a la comunidad. Cuando el pan era consagrado era partido, trozos de ese pan eran llevados a prisioneros y enfermos" (El sentido de la Iglesia, 83).

Habla nuestro autor también de la comunidad de responsabilidad y de destino de la que somos conscientes en parte por lo que nos revela el dogma del pecado original. Los hombres estamos tan unidos entre sí, que la fidelidad del primer hombre hubiera supuesto la fidelidad prolongada de los demás hombres. Pero esto no sucedió así. Y hoy participamos de la unidad del pecado original. El pecado original, nos dice Guardini, es incomprensible para quien piensa en el hombre de modo individual, pero sin embargo, nos revela la unidad de todo el género humano. "(...) si se comprende que cada yo está también en el tú; que cada uno convive en el otro; que su felicidad y aflicción descansa en al felicidad y aflicción de los otros, entonces se le hace envidente que, en el dogma del pecado original, la Iglesia encuentra efectivamente el fundamento de toda la comunidad" (El sentido de la Iglesia, 84). 

Apenas se ha esbozado aquí el contenido del capítulo que venimos comentando, pero esto no es más que una invitación a su lectura y meditación. Con esta entrada terminamos una primera reflexión sobre la eclesiología de Guardini, que espero proseguir a lo largo de este año.



martes, 28 de octubre de 2014

La iglesia (V): el ámbito de la libertad

Si decíamos semanas atrás que la Iglesia era el ámbito de la plenitud humana, hoy afirmamos que es el lugar donde el hombre puede alcanzar su plena libertad. El ser humano posee una voluntad libre, pero siempre está amenazada y condicionada por diversos elementos, algunos de ellos de índole temperamental o psicológico, y otros de carácter ambiental o cultural. Quisiera detenerme en estos últimos. El sentido de la Iglesia (San Pablo, Buenos Aires, 2010), obra de Guardini que venimos comentando últimamente, contiene en su capítulo cuarto una serie de reflexiones en relación a los modos de pensar, las categorías que caracterizan a las diversas épocas y la influencia que tienen éstas en la libertad del hombre. Así escribe: 
"Piensen, por una única vez, con cuánta intensidad y poder domina esa confluencia espiritual. ¡Lo que consigue una consigna o una expresión de moda, en cuanto puede extenderse a círculos más amplios que a su vez la relanzan! Nadie puede sustrarse totalmente a su influencia. ¡Cuán poderosos son los hábitos espirituales de una época! A veces, son tan poderosos que se acpetan ciertas ideas con una confianza casi dogmática; ideas que, por lo general, son abandonadas en cuanto las circunstancias se modifican"(El sentido de la Iglesia, 61).
La Iglesia ejerce un poder liberador sobre el individuo frente a estos condicionamientos culturales y ambientales. Por su propia naturaleza, la Iglesia juzga y valora la realidad lejos de las categorías relativas de un lugar (nación, pueblo, etc.) y un momento (siglo, época) concretos, sino en relación a la verdad de la Revelación y buscando el bien del hombre. Cuando surge un pensamiento nuevo, una nueva perspectiva, moda, ideología, capta la atención de su tiempo por su novedad. Pero la novedad no está unida necesariamente a la verdad. Guardini nos recuerda a modo de ejemplo el atractivo que ejerció el pensamiento asiático en Occidente: 
"Si una cultura aún no conocida entra dentro de la perspectiva de un pueblo y resulta afín a éste, ejerce un poder fascinante sobre ese pueblo. El mundo asiático produce hoy tal efecto. Lo mismo sucede con las nuevas orientaciones artísticas, con los nuevos dogmas políticos, etc., y hasta con las nimiedades de la indumentaria y del comercio" (El sentido de la Iglesia, 63-64). 
 De algún modo  quien vive con la Iglesia queda liberado de los condicionamientos de las corrientes efímeras que van macando las épocas y que terminan desapareciendo. "Mediante la Iglesia, la eternidad se introduce en el tiempo" (El sentido de la Iglesia, 62). "La Iglesia está presente como la gran escollera que se enfrenta al torrente de las modas espirituales. Es el poder que se ubica ante cada circunstancia histórica, sea cual fuere. Contra todo poder que amenaza esclavizar al hombre: teorías científicas, doctrinas políticas, ideales humanos de perfección, tendencias anímicas y psicológicas, etc., "(El sentido de la Iglesia, 63).

Así, surge una paradoja para quien se mantiene fiel a la Iglesia en medio de los vaivenes de una época determinada: "Curiosamente, pero nadie es más escéptico e interiormente independiente frente a 'lo que todos dicen' que aquel que vive realmente con la Iglesia. Si el hombre renuncia a estar ligado íntimamente a la Iglesia, sin más, sucumbe, frente a la ilusión tiránica del medio ambiente, hasta caer en la superstición" (El sentido de la Iglesia, 64-65).

La actualidad de estas reflexiones es obvia, cuando nos vemos amenzados por lo que se ha venido a llamar el pensmiento único. Se trata de una especie de totalitarismo cultural que ejecuta a través de los medios de comunicación a quien no suscribe sus dictados e ideas. Así, son criticados hasta el descrédito intelecutal y moral quienes se oponen al aborto, la eutanasia, la reproducción asistida o la experimentación con embriones, aun cuando las investigaciones científicas apoyen sus argumentos.


lunes, 6 de octubre de 2014

Romano Guardini y el Pontificado (III): El Papa Francisco

Esta semana terminamos de considerar la relación de Guardini con los pontífices. El texto que sigue como los dos anteriores sobre Romano Guardini y los pontífices han sido redactados por el  Prof. Dr. D. Carlos Alberto Sampedro a quine agradecemos su colaboración en este blog y las reflexiones que durante estas semanas nos ha ofrecido.  
 
Romano Guardini y el Papa Francisco
 
El Papa Francisco
De Francisco los medios de comunicación se han encargado de construir una imagen a partir de sus anécdotas como Arzobispo y ahora como Papa. En relación con Guardini hay dos testimonios que los periodistas encargados de su biografía traen a colación. El primero es la intención de Bergoglio de realizar un trabajo doctoral en teología en 1986 y que tenía como tema el pensamiento de Guardini. El segundo de ellos es la lectura de El Señor, la famosa obra cristológica de Guardini, que según algunos de los biógrafos, Bergoglio solía recomendar. Por lo pronto todo análisis resulta provisional, por lo menos hasta que Francisco vaya dando pistas explícitas del papel de Guardini en su formación o magisterio.  Es así, que hasta el momento, no es posible encontrar en el pensamiento de Francisco una influencia de Guardini directa y estructural.
 
En la famosa entrevista de la La Civiltà Cattolica del 19 de septiembre de 2013, el Papa se refiere a varios autores que lo han interesado, pero no menciona entre ellos a Guardini aunque el vaticanista Sandro Magister (2013) plantea que  Bergoglio habría tenido como libros cercanos de Guardini, El Señor y el Contraste. Igualmente señala la que tesis doctoral fue abandonada, y que finalmente el pensamiento de Romano Guardini no dejó una huella duradera.
Por otra parte, el periodista y escritor argentino,  Marcelo Larraquy (2013), Indica que a Bergoglio la teoría de El Contraste le interesó por la forma en que relacionaba lo dinámico y lo estático y las aplicaciones de esto a la vida espiritual. A diferencia de Magister, señala que a pesar de no terminar la tesis doctoral, lo que habría podido dejar una huella más visible, serían las enseñanzas sobre la libertad y la obediencia aplicadas por Bergoglio en el ejercicio de la autoridad.
Más allá de los análisis de vaticanistas o periodistas, es significativo encontrar en los pocos meses de la Cátedra de Francisco algunas referencias a importantes textos de Guardini utilizados en documentos de su Magisterio. Por ejemplo, en el número 22 de Lumen Fidei, se alude textualmente a un pasaje del escrito La esencia de la cosmovisión católica. El texto es el siguiente:
Romano Guardini
“Se entiende entonces por qué fuera de este cuerpo, de esta unidad de la Iglesia en Cristo, de esta Iglesia que —según la expresión de Romano Guardini— «es la portadora histórica de la visión integral de Cristo sobre el mundo» (Vom Wesen katholischer Weltanschauung, 1923, en Unterscheidung des Christlichen. Gesammelte Studien 1923-1963, Mainz 1963, 24.), la fe pierde su «medida», ya no encuentra su equilibrio, el espacio necesario para sostenerse”.
En el número 224 de Evangelii Guadium, un documento más propio de Francisco,  aparece la siguiente referencia: 
“A veces me pregunto quiénes son los que en el mundo actual se preocupan realmente por generar procesos que construyan pueblo, más que por obtener resultados inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana. La historia los juzgará quizás con aquel criterio que enunciaba Romano Guardini: «El único patrón para valorar con acierto una época es preguntar hasta qué punto se desarrolla en ella y alcanza una auténtica razón de ser la plenitud de la existencia humana, de acuerdo con el carácter peculiar y las posibilidades de dicha época» (Das Ende der Neuzeit, Würzburg, p. 30-31.)”
También en las Homilías, Francisco suele utilizar planteamientos de Guardini. Es el caso de la homilía del 7 de abril de 2013, domingo de la Divina Misericordia, el Papa Francisco (2013) cita a Guardini:
“Dios siempre nos espera, no se cansa. Jesús nos muestra esta paciencia misericordiosa de Dios para que recobremos la confianza, la esperanza, siempre. Un gran teólogo alemán, Romano Guardini, decía que Dios responde a nuestra debilidad con su paciencia y éste es el motivo de nuestra confianza, de nuestra esperanza (cf. Glaubenserkenntnis, Würzburg 1949, 28). Es como un diálogo entre nuestra debilidad y la paciencia de Dios, es un diálogo que si lo hacemos, nos da esperanza.”
Lo mismo ocurre en la misa Crismal del 2014  en la  que el Papa alude a Guardini sin referenciar alguna obra en específico:
“Por fin, en este Jueves sacerdotal, pido al Señor Jesús que resplandezca la alegría de los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos. Es la alegría de la Cruz, que mana de la conciencia de tener un tesoro incorruptible en una vasija de barro que se va deshaciendo. Que sepan estar bien en cualquier lado, sintiendo en la fugacidad del tiempo el gusto de lo eterno (Guardini). Que sientan, Señor, la alegría de pasar la antorcha, la alegría de ver crecer a los hijos de los hijos y de saludar, sonriendo y mansamente, las promesas, en esa esperanza que no defrauda. (Francisco, 2014)”
Por el momento se ve con claridad que Francisco, al igual que sus antecesores, ha recurrido a Guardini para dar color a algunos de sus textos. Sin embargo, esto no permite establecer que existe una influencia decisiva como pudiera pensarse a partir del interés de realizar una tesis doctoral sobre la teología de Romano Guardini. 
El Papa Francisco
Al margen de estos aspectos de influencias académicas, si se analiza lo más personal de cada una de estas figuras, sí es posible encontrar unas similitudes o puntos de conexión entre ambas figuras.
En primer lugar, la preocupación por el hombre: ambos tienen una visión antropocéntrica y teologal desde la que se preocupan por la situación del hombre en especial por el que se encuentra en peligro o el marginado. Las alusiones de Francisco a los pobres y  a los débiles son copiosas, así como en Guardini es clara la defensa del prójimo en peligro y de los seres humanos en gestación.
En segundo lugar, se puede observar una especie de fe personalista, centrada en una relación personal con Jesús, que se traduce en una vida dispuesta al servicio en la iglesia, en el cual la teología es una práctica que se ancla en la fe: creer y estar de rodilla, orar. Tanto Francisco como Guardini se alejan de una visión intelectualista de la fe. Según el concepto del profesor López Quintas (1998), Guardini más que un filósofo o teólogo es un maestro de vida que  huyó de todo academicismo formalista y se interesó únicamente por la verdad. Los dos, tanto Francisco como Guardini, tienen una concepción dialógica de la fe, que mueve a comunicar y entablar dialogo con los grandes de la cultura, pero también con los hombres pequeños.
Esta actitud de diálogo, se funda en la humildad, que intelectualmente se traduce en apertura y reconocimiento de la propia contingencia para tratar los asuntos. Señala el profesor Fayos (2010)  que  “la primera característica de los escritos de Romano Guardini es la de encontrarnos delante de unos ensayos. Término que aparece en varios de sus escritos, y concretamente en aquellos referidos al tema de la persona” (p. 302). De ese modo los textos de Guardini se presentan como intentos de aclarar o iluminar una cuestión en concreto. Los gestos de Francisco  y sus homilías, remiten a una actitud humilde, de disponibilidad y aceptación. El modo de presentar las cosas de manera humilde y sencilla es un elemento común ambos.
En esa misma línea, el abordaje de las Escrituras está impregnado de los elementos antes mencionados: amor por el hombre, fe centrada en el encuentro personal con Jesús y humildad. A esto se suma  el modo original, sencillo y al mismo tiempo profundo de penetrar los textos bíblicos. Francisco con sus audiencias y homilías, especialmente las de la casa Santa Marta, presenta una predica cercana a la vida de las personas, así mismo Guardini con sus predicas universitarias desarrolló un estilo cercano a la vida de los jóvenes. 
Otro aspecto en el que puede verse algún tipo de conexión es el espíritu renovador, que en Guardini se evidenció en la participación del movimiento litúrgico y en Francisco se observa en una especie de revolución de las pequeñas cosas. Francisco no aparece con un talante progresista, como tampoco lo hizo Guardini, pero si propone una renovación de la Iglesia mirando la esencia del Cristianismo que es Jesús mismo. Ambos espíritus reformadores, comparten la fuente de la cual debe partir toda renovación: el Señor Jesús.
Edición alemana de El Señor
No se puede finalizar esta breve presentación sin anotar algunas palabras sobre la obra que Francisco solía recomendar: El Señor. Esta obra es el fruto de la actividad pastoral y la predicación de Guardini entre los años veinte y treinta. La primera edición salió a la luz en 1937 y es sin duda su obra más conocida. No se trata de una exegesis de los pasajes evangélicos ni de una investigación histórico-crítica sobre la figura de Jesús, sino meditaciones personales configuradas con ocasión de la predicación a jóvenes universitarios en Berlín.  Se trata entonces de una obra para ser comunicada oralmente, para propiciar el encuentro con los oyentes. No se compuso por lo tanto siguiendo un plan académico, sino una necesidad pastoral y no se compuso tampoco siguiendo alguna tradición o línea cristológica, sino la misma experiencia personal de Guardini. En esto hay una similitud con Francisco: el Papa parte de un interés pastoral y no académico; en cada homilía entabla una conversación en términos coloquiales usando expresiones como “patear para arriba”, “hagan lio, salgan a las calles” o “no existe la suegra perfecta”.
El siguiente pasaje de El Señor, es propicio para terminar esta breve exposición de la relación entre Pontificado y Guardini. Trata sobre el personaje del que el actual Papa tomó su nombre:
“Humilde, lo que se dice humilde, era Francisco cuando se inclinaba reverentemente ante los pobres. No porque se rebajara hasta el nivel del desvalido para prestarle ayuda, o porque su fina sensibilidad lo llevara a reconocer en él a un ser humano, sino porque su espíritu, abierto a la iluminación de Dios, lo impulsaba internamente a inclinarse ante la desgracia del pobre como ante un misterio majestuoso. El que no sea capaz de percibir esta dimensión considerara a Francisco de Asís como una persona extravagante. Pero, en realidad, lo único que hacía era reproducir en su existencia el misterio mismo de Jesús” (Guardini, 2002, p. 399).
En la medida que el Papa Francisco nos nutra con su magisterio, iremos encontrando los puntos de conexión, o las posibles influencias de Guardini y otros pensadores cristianos.
REFERENCIAS
Larraquy, M. (2013). Recen por él: La historia jamás contada del hombre que desafía los secretos del Vaticano. Buenos Aires: Sudamericana,
Magister, S. (2013). Los nudos del pastor Bergoglio. En: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350632?sp=y
Francisco (2013). Homilía del Santo Padre Francisco, Basílica de San Juan de Letrán II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, 7 de abril de 2013. En http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130407_omelia-possesso-cattedra-laterano.html.
Francisco (2014). Homilía del Santo Padre Francisco, Basílica Vaticana Jueves Santo, 17 de abril de 2014. En: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140417_omelia-crisma.html
Francisco (2013). Evangelii Guadium. Vaticano.
Quintas, A. (1998). Romano Guardini, maestro de vida. Madrid: Palabra.
Fayos, R. (2010). La noción de persona en Romano Guardini. Espíritu LIX (139), 301-319.
Guardini, R. (2002). El Señor. Madrid: Cristiandad.
 

 
Prof. Dr. D. Carlos Alberto Sampedro 

martes, 30 de septiembre de 2014

Mundo y persona: nueva edición

De nuevo tenemos la alegría y el placer de comunicar a los lectores de este blog la reedición de una obra de Guardini. La Editorial Encuentro ha tenido a bien actualizar su edición de  Mundo y Persona. Ensayos para una teoría cristiana del hombre. La anterior edición en esta editorial data del año 2000. En Mundo y persona podemos encontrar las líneas maestras de la antropología de Romano Guardini. Publicada en 1939, al final de su periodo docente en la universidad Berlin, es de algún modo, una síntesis de la antropología desarrollada desde su cátedra de cosmovisión cristiana entre 1923-1939. Especialmente valiosa es  la segunda parte del libro dedicada a la persona, así como las páginas dedicadas  a  lo que nuestros autor denomina los polos del espacio existencial.

lunes, 29 de septiembre de 2014

La Iglesia (IV): La plenitud humana


Retomamos esta semana el pensamiento de Romano Guardini en relación a la Iglesia. Estamos comentando el libro El sentido de la Iglesia (San Pablo, Buenos aires, 2010), publicado por primera vez en 1922. En el capítulo tercero de este escrito he encontrado uno de los pasajes más hermosos de toda la obra de Guardini, y  llevo estudiando  a este autor desde hace ya casi una década. Quizás hoy escriba poco y cite mucho, pero creádme, vale la pena. Recordemos que Guardini se pregunta en esta obra acerca del sentido de la Iglesia, pero no en general, es decir, el sentido de la Iglesia para la humanidad o para la comunidad de bautizados. Se pregunta por el sentido de la Iglesia para el creyente en particular, es decir, y con sus palabras "(...) nos preguntamos qué significa la Iglesia para el individuo, especialmente para quien vive en ella" (El sentido de la Iglesia, 31).

En este marco y en el capítulo tercero, Guardini afirma que la Iglesia es el ámbito más adecuado para la plena realización personal.  Pero ¿cómo llega a esta conclusión? Le doy la palabra al maestro. Lean con atención: 
"¿Pero qué significa ser hombre en el sentido más profundo? Significa conocer la propia debilidad, pero confiar en que ella puede ser superada; ser humilde y saberse efímero, en tensión hacia lo eterno; estar sometido a lo temporal, y cerca de la eternidad; contar con una capacidad limitada, y sin embargo decidida a realizar obras de valor eterno. 

Iglesia de San Luis en Munich
La plenitud humana consiste en que ninguno de estos rasgos característicos sean ocultados, sino que cada uno de ellos sea afirmado y llevado a su madurez, que no se destruyan mutuamente, sino que se fusionen en esa unidad transparente orientada hacia lo infinito. Un hombre es tal en cuanto que, consciente y voluntariamente, vive alegre, como ser limitado en el tiempo, pero que lucha y se esfuerza por introducir toda su vida en la eternidad, en lo infinito, en la gloria. Éste es el atractivo inefable de lo humano: un misterio lleno de dolor, fuerza, anhelo y confianza." (El sentido de la Iglesia, 52-53)
Ahora bien, la Iglesia, para Romano Guardini, es el lugar donde estos contrastes, entre lo finito e infinito en el hombre, lo temporal y eterno, la debilidad personal y la llamada moral,...etc., pueden darse sin contradicción y por lo tanto, ser el ámbito adecuado de la plena realización humana. Escribe:
"La Iglesia pone al hombre frente a lo Incondicionado. De ese modo, él adquiere conciencia de que él mismo no es algo absoluto, pero en su interior despierta el deseo de una vida libre de las mil ligaduras de la existencia terrenal, una vida interiormente plena. La Iglesia sitúa al hombre ante lo eterno. Así, él toma conciencia de que es un ser efímero, pero destinado a una vida imperecedera; también lo sitúa frente a lo infinito, y él descubre que, si bien es un ser limitado, solamente lo infinito lo satisface.

La Iglesia produce incesantemente en el hombre esa tensión que funda su naturaleza -tensión entre ser y anhelo, entre realidad y misión- y la resuelve por medio del misterio de la presencia viva de Dios y del amor de Dios; amor que regala ilimitadamente desde su perfección que supera toda realidad natural. 

(...) Vean, ustedes, que, en este encuentro con lo Absoluto, en el que el hombre está frente a lo Incondicionado, ve, con toda claridad, lo que él es y lo que Aquel es. Pero, al mismo tiempo, despierta en él el anhelo y confía en que el Amor de Dios lo perfeccionará. Esta experiencia fundamental del cristianismo -la Verdad, el Amor solícito y la Esperanza confiada presentes en su vida -constituye el momento en que el hombre, en el sentido espiritual más pleno, llega a ser verdaderamente hombre. Este proceso de la creatura de llegar a ser hombre, frente a lo incondicionado, es obra de la Iglesia" (El sentido de la Iglesia, 53).
La creación del Hombre en la Capilla Sixtina
No sé si han experimentado la paz y la serenidad que surge en el hombre cuando encuentra una verdad que responde a sus anhelos más profundos. No sé si han experimentado la alegría al sentir que las contradicciones que todo hombre padece en su interior tienen respuesta y solución en el ámbito de la Iglesia, porque en Ella, nuestra debilidad se hace fuerza, nuestra finitud se abre al infinito, nuestra pequeñez  se encuentra frente a un absoluto que no nos anula sino que nos lleva de la mano a  la plenitud de nuestra existencia, y todo ello por medio del AMOR, sellado y confirmado por la Encarnación, la Pasión y la Muerte del Señor en la Cruz.

Todo esto es posible porque en la Iglesia el hombre se encuentra con su verdad: "El hombre no es Dios, sino criatura, pero hecha a imagen de él, por eso, es capaz de aprehender a Dios y ser poderoso como él, "capax Dei", como dice San Agustín; capaz de sostener y poseer lo Absoluto. (El sentido de la Iglesia, 53). O mejor estas otras palabras: "He aquí la obra suprema de la Iglesia: que el hombre vea claramente que él es sólo una creatura, pero que disfrute de este hecho y lo reconozca como punto de partida para elevarse hacia Dios; que sea humilde, pero en tensión hacia lo superior; que sea sincero, pero lleno de firme esperanza y, sólo por eso, verdadero hombre"  (El sentido de la Iglesia, 56).

lunes, 22 de septiembre de 2014

Guardini y el Pontificado (II): los papas del siglo XX

Continuamos esta semana con el escrito del Prof. Carlos Alberto Sampedro en el que desarrolla la relación de Romano Guardini con los diversos pontífices.

LOS PAPAS DEL SIGLO XX

Cuando en 1905, Guardini decide emprender el camino de la vida sacerdotal, se encontraba conduciendo la barca de Pedro, San Pío X y bajo su pontificado se ordena sacerdote.  Al iniciar sus estudios doctorales, en  mayo 1915, Benedicto XV acababa e ser elegido como Obispo de Roma y es bajo este pontificado que hace su aparición en la vida pública con su obra Vom Geist der Liturgie (El Espíritu de la Liturgia) publicada en 1918. Posteriormente, bajo Pío XI inicia su primer periodo docente, comprendido entre 1922 y 1939, en el cual desarrollara la famosa cátedra Religionsphilosophie und christliche Weltanschauung (Filosofía de la religión y cosmovisión católica) en la universidad de Berlín.


Pío XII, marca una diferencia en la relación de Guardini con el Pontificado. Pacelli había trabajado como Nuncio Apostólico en tierras alemanas, primero en Mónaco de Baviera  desde 1917 y luego como nuncio en la Alemania de Weimar desde 1922 hasta 1929. Conocía suficientemente la vida cultural, política y eclesial de Alemania y sin duda atestiguó la renovación del pensamiento católico alemán, que según el profesor Borghesi (1997, p. 81) fue protagonizado por hombres como Max Scheler, Karl Adam, Reinhold Schneider, Theodor Haecker, Peter Wust, Erich Przywara, Romano Guardini y Dietrich von Hildebrand entre otros. Por otra parte, el profesor Krieg (2003, p. 167) señala un punto de conexión importante entre Guardini y el pontificado de Pio XII. Para Éste, Guardini fue una de las principales influencias del movimiento litúrgico que se encuentra tras la Mediator Dei, publicada por Pío XII en 1948. Más determinante aun en la relación de Guardini con el pontificado, fue su nombramiento como Prelado Doméstico de su santidad Pío XII en 1952. Esto significó un voto de confianza y un visto bueno a toda su labor pastoral y académica. Guardini publicaría posteriormente un artículo intitulado “Pío XII y la liturgia”, para un libro homenaje con motivo del 80 aniversario de su santidad.

Juan XXIII fue el Pontífice que abrió las puertas de la Iglesia para que esta iniciara un renovado diálogo con las realidades del mundo moderno. Este tipo de diálogo con la Modernidad, fue desde siempre una nota característica que Guardini imprimió a sus clases y sus libros. Guardini dedicó su última obra publicada en vida Die Kirche des Herrn (La iglesia del Señor) a Juan XXIII. El profesor López Quintas (1998), remite a un pasaje del diario de Guardini, que da cuenta del aprecio que tenía por su Santidad y lo que significó su apoyo:“Pienso en la audiencia de Castelgandolfo, que despertó en mí un sentimiento siempre vivo de vinculación y obligación. Desde entonces es para mí el Papa. El que me manifestó la confianza de la iglesia, por la que yo, el caminante solitario, siempre había suspirado (p.120)”. Dicha confianza, se puso de manifiesta en el nombramiento para hacer parte de la comisión litúrgica del Concilio Vaticano II, el cual no pudo aceptar por su avanzada edad y los impedimentos propios de salud.

Con Pablo VI continúan los reconocimientos oficiales. Esta vez es nombrado Cardenal de la Iglesia Católica, pero también debe rechazar el nombramiento motivado por razones de salud. Pablo VI tiene por lo menos 15 alusiones o pasajes de la obra de Guardini principalmente utilizadas en sus audiencias. De igual manera ocurre con Juan Pablo II, quien lo usa en sus discursos y homilías. Además es significativa la sintonía que existe entre el principio programático de la Redentor Hominis, en la que el misterio del hombre se revela en Cristo Redentor y el planteamiento fundamental de la antropología guardiniana expuesto en 1952 en una conferencia en la Katholikentag de Berlín, posteriormente  publicada en 1965 con el título Den Menschen erkennt nur, wer von Gott weiß y en la que se plantea que solo se puede conocer al hombre, si se conoce a Dios.
Entre todos los pontífices, es quizás con Benedicto XVI con quien Guardini tiene más llegada o puntos de contacto. Ratzinger era un lector de Guardini, y también en ocasiones un oyente. Zilvano Zucal (2008) señala los puntos de conexión que existen entre ambos.
En primer lugar, la labor docente en centros universitarios alemanes, que ambos desarrollaron con altísimo nivel.

En segundo lugar, la atención al misterio del cristianismo: Guardini escribió en 1929 Das Wesen des Christentums (La Esencia del Cristianismo) y Ratzinger escribió su famosa Einführung in das Christentum (Introducción al Cristianismo) en 1968.

También hay una clara conexión en torno a la idea de Europa y su futuro con relación al cristianismo.
Sin duda alguna un tema central en ambos, es la concepción de la liturgia: Guardini fue un artífice central en el movimiento de renovación litúrgica, y Ratzinger hace eco de sus postulados en su pequeña obra Einführung in des Geist der Liturgie (Introducción al Espíritu de la Liturgia).

Para Guardini la práctica teológica está precedida por la fe y por la orientación del dogma que se vive en la comunidad eclesial. Igual es para Ratzinger. Para ambos no se puede hacer teología sin fe, y no se puede creer por fuera de la Iglesia. 

El pathos de la verdad también es característico en ambos. La verdad es lo que cuenta en la vida del hombre para hacer la diferencia. Para Guardini la reverencia ante la realidad que se muestra y debe ser aceptada es el punto de partida, y para Ratzinger la confianza en la capacidad de la razón de lograr acceder a la verdad es una de sus columnas vertebrales.

El diálogo con la cultura, que es muy vivo en Guardini, también es muy fecundo en Ratzinger. Los dos supieron tocar temas centrales para el hombre de hoy e iluminarlos con la fe. 
  
Como se ha visto, la relación entre Romano Guardini y el Pontificado ha adquirido diversas formas. ¿Qué ocurre entre el Papa Francisco y el pensador Italo-alemán? Este será el tema de una próxima entrada en el blog.  

REFERENCIAS

Borghesi, M. (1997). Posmodernidad y Cristianismo. Madrid: Encuentro.
Krieg, R. (2003). Romano Guardini, un precursor. Xalapa: Universidad Veracruzana.
Quintas, A. (1998). Romano Guardini, maestro de vida. Madrid: Palabra.
Zucal, S. (2008). Benedicto XVI tiene un padre: Romano Guardini. En: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/207016?sp=y


Prof. Carlos Alberto Sampedro

lunes, 15 de septiembre de 2014

La Iglesia (III): comunidad e individuo

Volvemos esta semana a reflexionar sobre la Iglesia en la obra de Romano Guardini. Recordemos que estamos comentando el libro El sentido de la Iglesia (San Pablo, Buenos Aires, 2010). Hace dos semanas intentamos explicar qué sentido tenía la conocida sentencia de Guardini "La Iglesia despierta en las almas". Hoy, a partir del capítulo segundo de El sentido de la Iglesia , vamos a intentar comentar la relación de la Iglesia como comunidad y los creyentes como individuos. Es decir, vamos a comentar la relación individuo comunidad en el ámbito de la Iglesia.

En el pensamiento de Guardini hay una clara distinción entre una comunidad de individuos y otras formas de congregación de seres humanos como la asociación, organización o la masa. Debemos aclarar qué son cada una de estas formas sociales para distinguirlas de la Iglesia. La masa es una aglomeración anónima de individuos. La masa es mera cantidad, suma de individuos sin ningún interés, finalidad o naturaleza que los defina cualitativamente. A partir de la masa surge la organización, que usa de esos individuos anónimos y los organiza para realizar ciertas funciones. El Estado Totalitario que nace en la Modernidad se sostiene en la masa y la organización. Por último, la asociación implica la participación de la voluntad libre y surge cuando un número determinado de individuos se unen, mediante un contrato o compromiso, en orden a unos determinados fines. Hay un elemento común en todas estas formas de asociación: el individuo preexiste antes que la masa, la organización o la asociación. Éstas surgen de la suma, unión o conjuntos de individuos. En la comunidad, y sobre todo en la comunidad cristiana que es la Iglesia, esto no es así: 
"El individuo cristiano no se junta con otros en un segundo momento para constituir una comunidad. Su existencia comunitaria no surge de un pacto suyo con los otros hombres. No son personas los que, por naturaleza, no se interesan por los otros y sólo celebran un contrato en el cual cada uno cede una parte de lo que le es propio, para que, por medio de tal concesión, puede salvar todo cuanto le sea posible. " (El sentido de la Iglesia, 36).
Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre
 Lo anterior es el modo "moderno" (que surge a partir del Renacimiento y se instala a lo largo del siglo XVII hasta nuestros días) de explicar el origen de las sociedades y formas políticas de gobierno. Pero este modo es, a mi juicio, falso. Los griegos, y concretamente Platón y Aristóteles, entendían que la comunidad humana era la condición de posibilidad de una vida individual. Sólo el individuo podía alcanzar su plenitud humana con los otros. En esta línea escribe Guardini 
"La existencia humana se vive como persona y comunidad al mismo tiempo. Ambas cosas no están desligadas; más bien la comunidad está presente ya en el germen del individuo, del modo que éste ya está necesariamente incluido en la comunidad, sin que la relativa condición específica de cada una de las formas originarias de la vida sea afectada por eso" (El sentido de la Iglesia,  37).
Desde esta concepción de comunidad explica Guardini la Iglesia. Ésta es la comunidad de creyentes que participan de la Vida Nueva que trajo Cristo con su Redención. Con palabras de Guardini: 
"De este modo, la comunidad que es la Iglesia está vinculada esencialmente al individuo, y éste está sujeto a la comunidad y los dos juntos consitiuyen la vida nueva (...) el gran acontecimiento fundamental del cristianismo -la vida nueva- sólo se realiza como Iglesia y como individuo, tanto aquélla, como éste claramente definidos en sí mismos, pero, a la vez, en relación recíproca" (El sentido de la Iglesia,  37).
 El individuo no está antes que la Iglesia, ni ésta oprime, controla, o anula al individuo. La Iglesia es posible porque el individuo cristiano vive una relación con Dios única, personal e individual, pero la vive en la comunidad que es la Iglesia. Guardini afirma que tanto la persona como la comunidad eclesial son causa de la Iglesia y ninguna puede ser sometida a la otra. Aquí no hay un sacrificio del individuo por la comunidad como hace el Estado Totalitario moderno (Cfr. El sentido de la Iglesia,  38). Escribe Guardini: "No existe la Iglesia, si ella absorbe en sí al individuo, si éste tiene que esforzarse para alejarse de ella para poder llegar a ser él mismo. Quien piensa así no sabe lo que es la Iglesia. En tanto digo Iglesia, también digo persona, y cuando hablo de mundo interior cristiano, de inmediato se hace presente el universo de la comunidad cristiana." (El sentido de la Iglesia,  38).

Quien a vosotros escucha a mí me escucha
Ahora bien, también subraya nuestro autor algo muy importante. Si bien el individuo y la comunidad se presuponen el uno al otro, viven el uno en el otro, la relación entre los dos está caracterizada por la jerarquía y autoridad de la Iglesia frente el individuo, porque así lo quiso el Señor: "Quien a vosotros me escucha a mí me escucha",  "lo que tú ates en la tierra quedará atado en el cielo". Sobre esta autoridad hemos hablado en este blog y seguramente tendremos que volver a hacerlo a lo largo de estas entradas. Por ello, y dado que hoy examinamos la relación individuo-comunidad, no profundizo en el tema, remitiendo a lo ya dicho y esperando volver a hacerlo próximamente.

Termino con un par de citas de Guardini que dejo a la consideración presonal de los lectores. La primera es ésta:  
"La iglesia se hace insoportable cuando no la percibimos como sustrato de la propia vida personal, cuando la visualizamos como un poder que se pone frente a nosotros; poder que no interesa en lo más mínimo a nuestra voluntad vital más íntima, ya que la limita o la sofoca. (...) Por el contrario, una gran y consoladora alegría experimenta quien descubre el sentido de la Iglesia, quien ve cómo ella es condición esencial de su existencia personal y el camino hacia la más acabada perfección; o quien interioriza la profunda solidaridad de su propio ser y el de la Iglesia (en cuanto uno vive por el otro) y percibe que la perfección y grandeza de uno de ellos constituye tambén la del otro" (El sentido de la Iglesia, 41) .
La segunda nos desafía con una tarea:
"A la época venidera le está encomendada la tarea de percibir, correctamente de nuevo, la relación entre Iglesia y persona. (...) Cada  época tiene su tarea, incluso en el desarrollo de la existencia religiosa. La tarea medular de nuestro tiempo consiste en examinar de qué manera la Iglesia y el individuo están unidos entre sí, cómo aquella vive de éste, cómo, dentro de esa relación, se fundamenta la autoridad de la Iglesia. Dicho de otro modo; examinar todo esto y hacerlo fundamento de nuestro ser y de nuestra existencia es lo que la hora presente está reclamando." (El sentido de la Iglesia, 40).
Tomar conciencia y vivir cuanto hoy hemos expuesto hace parte del contenido de aquella exclamación con la que iniciamos nuestras entradas sobre la Iglesia: "la Iglesia despierta en las almas". Con esto, sí que temino por hoy.




lunes, 8 de septiembre de 2014

Guardini y el Pontificado (I). Preocupación por el hombre

Nos propusimos al inicio del verano profundizar en las reflexiones que sobre la Iglesia hace Romano Guardini en su obra. Contemporáneamente a las entradas que dediquemos a ello, he considerado conveniente publicar algunas reflexiones del Prof. Carlos Alberto Sampedro Gaviria (Universidad Pontificia Bolivaria - Colombia) acerca de la relación de Guardini con el Pontificado. Con estas entradas damos inicio a algo que desde hacía tiempo quería llevar a cabo en este blog: las colaboraciones externas. El trabajo del profesor Sampedro está dividido en tres secciones: una primera parte introductoria que hoy publicamos; una segunda parte donde comenta a veces a grandes rasgos y en otros momentos con cierto detenimiento, la relación de Guardini con los pontífices desde Pío XII hasta el Benedicto XVI. Esto daría materia para un libro, pensarán algunos, por ello lo que aparecerá en el blog será más bien un esquema muy sugerente y novedoso de ideas que podrían ser desarrolladas posteriormente en otros trabajos científicow. Esperemos que el autor disponga algún día del tiempo y los medios para hacerlo; en la tercera parte el  Prof. Carlos Alberto Sampedro se detiene en la relación de Guardini con el Papa Francisco. Quisiera agradecer  vivamente al Prof. Carlos Alberto Sampedro su colaboración en este blog.

Preocupación por el hombre

La sensibilidad por los signos de los tiempos es un rasgo característico de los vicarios de Cristo. Especialmente aquellos que guiaron la iglesia durante los últimos 100 años han atestiguado una vorágine de positivos y también contraproducentes cambios, que se sucedían y suceden cada vez con mayor velocidad: Una industrialización secularizante, crecimiento de la concentración urbana, guerras mundiales y sus consecuentes crisis, tensiones por ideologías contradictorias, la revolución sexual y deconstrucción de la familia, invierno demográfico e inversión de la pirámide poblacional, la revolución tecnológica e informática, incremento del capital y de la brecha entre ricos y pobres, crisis económicas, nuevas religiosidades orientalistas e indigenistas, surgimiento de una política internacional basada en los derechos humanos, persecución de la libertad religiosa, entre otros.

Esta velocidad y la dirección en la que se producen los cambios dejan la sensación de un vértigo que alcanza a desestabilizar  las raíces mismas de la condición humana. En esa línea, San Juan Pablo II (1979), al inaugurar Puebla afirmaba:

Juan Pablo II
"Quizás una de las más vistosas debilidades de la civilización actual esté en una inadecuada visión del hombre. La nuestra es, sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las hondas angustias del hombre respecto de su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, época de valores humanos conculcados como jamás lo fueron antes."


Esta denuncia, pone sobre la mesa la preocupación central de estos pontificados. Se trata de la preocupación por el hombre. Es la misma que se encuentra en la obra de Romano Guardini y se constituye en un punto clave de conexión con los sucesores de Pedro, y en punto de partida para poner su obra al servicio de la Iglesia. De hecho, en pleno inicio de la década de los 60´s, publica una compilación de ensayos con el título Sorge um dem Menschen (Preocupación por el hombre), dedicada a analizar la cultura occidental de las últimas décadas y en ella señala que su crítica “no está orientada por puntos de vista puramente filosófico-culturales, sino por una preocupación por el hombre, que nunca ha estado tan inmediatamente en peligro como hoy” (Guardini, 1965, p. 13). 


Pío XII
Es así, que desde Pio XII hasta Francisco, todos los Pontífices han tenido algo que ver con el pensamiento y las obras de Romano Guardini, bien sea porque se han nutrido de la lectura de sus números títulos, han contado con su consejo o han recibido directamente sus enseñanzas. Estos Pontífices y a través de ellos, la Iglesia, ven en este hombre una de las figuras determinantes del pensamiento católico de los últimos tiempos. Por una parte, su labor pastoral enfocada a la docencia universitaria y la animación juvenil, y por otra su rol como intérprete de la fe, la iglesia y la cultura, se armonizaron con una fecundidad tal que no es de extrañar que a la postre, termine considerado como un clásico del pensamiento cristiano.

Esta sintonía entre la línea antropológica de los Pontificados y del pensamiento guardiniano, pone sobre la mesa una verdad olvidada: el auténtico pensamiento católico, es eclesial. No se trata tanto de una ortodoxia como de una comunión sustentada en el Espíritu Santo, que anima la vida de la Iglesia.

En otras dos entradas se hará una pequeña presentación de la relación entre Guardini y el Pontificado.

Prof. Carlos Alberto Sampedro Gaviria

Referencias 

Juan Pablo II (1979). Discurso del santo padre Juan Pablo II en la inauguración de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. En
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1979/january/documents/hf_jp-ii_spe_19790128_messico-puebla-episc-latam_sp.html
  
Guardini, R. (1965). Preocupación por el hombre. Madrid: Guadarrama