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martes, 4 de septiembre de 2012

La persona en Romano Guardini (V). El encuentro

Despúes de un descanso estival de tres semanas retomamos nuestra actividad en el blog. Durante julio y agosto nos ocupamos, entre otras cosas, del ensayo Las etapas de la vida en la edición que aparece en la Ética. Lecciones en la Universidad de Munich (BAC, Madrid, 2000). En las próximas semanas retomaremos un tema ya tratado: el concepto de persona en Romano Guardini. Antes del verano le dedicamos cuatro entradas pero ya anunciamos que el asunto no estaba agotado y que todavía analizaríamos tres aspectos más: el encuentro, la persona y el estado moderno, la persona y Dios.

Acercamientos al término "encuentro".
En Libertad, gracia y destino Guardini escribe: “El hombre, pues, está hecho no sólo para la acción recíproca con los otros seres, sino para el encuentro, y en su consumación se realiza. Existe referido a lo otro y al otro, y mientras esté «referido a» se realiza, se edifica y se hace más él mismo.” (Libertad, gracia y destino,Lumen, Buenos Aires, 40).

Ahora bien, ¿Qué es para Guardini el encuentro? Para responder a esta pregunta debemos en primer lugar aclarar cómo puede un objeto o una persona entrar en relación con otro objeto o persona y en segundo lugar subrayar la condición básica de posibilidad de todo encuentro: la libertad.
Empezamos con el primer aspecto. Un objeto puede encontrarse con otro en sentido amplio de una manera mecánica, como cuando una roca golpea a otra, o un animal tropieza con un árbol, o una persona caminando por la calle choca con otra. Aquí no tenemos propiamente un encuentro. Tampoco lo tenemos cuando en el plano biológico dos seres vivos se relacionan, por ejemplo, cuando una planta se relaciona con otra de modo simbiótico o cuando un organismo entra en contacto con un elemento clave de su ámbito vital (la planta con la tierra o un animal acuático con el agua marina o fluvial). Por último no tenemos un encuentro cuando se da una interacción a nivel meramente psicológico, es decir, veo algo o alguien sin más. En palabras de Guardini:
"Por lo dicho resulta ya manifiesto que debe darse para hablar de encuentro: en primer lugar, que me tope con una realidad; pero no solo me la tropiece, en una interacción simplemente mecánica, biológica o psicológica. Que tome distancia respecto de dicha realidad, que me fije en lo que tengo enfrente, que me llame la atención su singularidad y que tome postura y adopte una conducta práctica respecto a eso" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 187-188).
La libertad como condición de posibilidad del encuentro
La condición de posibilidad, dice Guardini, de que pueda acontecer lo anterior es la libertad. Una libertad que nuestro autor divide en dos planos: material y formal. Es decir, sólo puede darse el encuentro en la medida que existe la posibilidad de una relación universal con la totalidad. De este modo quedan excluidos los animales, presos por el determinismo instintivo, que limita su relación con la realidad a aquello que les es significativo desde ese punto de vista. Guardini lo explica así:
"Para tener un verdadero encuentro no puedo estar limitado a determinados ámbitos. Tal es el caso del animal que sólo entra en relación con aquellos animales a los que se debe, con los que ptertence a su entorno. Tanto es así, que ni siquiera llega a advertir a animales que no sean sus presas" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 188).
De lo anterior deducimos que solo la persona humana es capaz del encuentro en sentido estricto, ya que posee una libertad material que le posibilita potencialmente la relación con la totalidad, cosa que no se da en el mundo animal.  "Esta libertad material, entendida como posiblidad de una relación universal, va acompañada de otra libertad formal. El hombre no tiene que, sino que puede, entrar en relación con. Puede elegir entre varios objetos, y puede también, sin más renunciar a entrar en relación (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 189)".

El encuentro en sentido estricto
Las matizaciones hechas hasta ahora nos permiten entender lo que es el encuentro que debemos de concebir como el momento en el que yo al toparme con una realidad material u otras personas, excluyendo una relación meramente funcional o utilitaria, "me introduzco en el ámbito de su significado, lo descubro, y se me invita a que, en la forma debida, tome una postura al respecto" (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 189). En Libertad, gracia y destino Romano Guardini lo describe así:
 “Encuentro es más que la mera yuxtaposición de las cosas y de los seres vivos,  en los que las interacciones proceden condicionadas por las correspondientes formas de relación. Tal manera de estar juntos se da constantemente en la vida de los hombres, desde el choque y la caída hasta los complicadísimos procesos de mecanismo social.
Pero encuentro es algo muy distinto.  Encuentro significa que el hombre se presenta ante una cosa o un ser vivo y, sobre todo, ante otro hombre; considera su forma, percibe su valor esencial, es herido por su poder...Así puedo yo encontrar el mar o un árbol; un hombre que hasta me era desconocido, o con el cual había estado ya muchas veces. «Soy herido por el rayo de su ser»; soy tocado por su acción. La relación se consuma cuando el otro hombre también «encuentra», y a mí precisamente (Libertad, gracia y destino, 40-41).”
La persona está llamada al encuentro con la realidad, es decir, a descubrir el sentido de ésta y a partir de ello a tomar la actitud adecuada y justa frente a ella, es decir, de tratarla a la luz de la verdad. Los encuentros con las cosas y con las personas constituyen el ámbito existencial en el que la persona vive. Ella es una trama de relaciones a partir de encuentros que constituyen su mundo vital. Guardini llega a decir: "Mientras más vital es un hombre, mientras más originaria su relación con el mundo, con más frecuencia vive encuentros, y más tiempo le dura la facultad de tenerlos, hasta la vejez. Lo contrario de esa facultad es la costumbre, la indiferencia, el esnobismo (Ética. Lecciones en la Universidad de Munich, 190)".
 
Como suele suceder en este blog no hemos agotado el tema del encuentro. Así pues, tarde o temprano volveremos a él. Queda pendiente tocar, por ejemplo, en qué medida el encuentro nos puede conducir a la dimensión religiosa de la realidad y puede ser el incio de salir de uno mismo y de la entrega a los demás.

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